No sé por qué escribo esto. No lo sé. Medio país está en llamas. No aguanto más el olor a quemado... Rezo por Grecia, por mi hijo mayor que acaba de incorporarse al Ejército para cumplir el Servicio Militar, por todos. Ayer, leía en el apresurado viaje de vuelta de la isla un libro que compré en el mismo barco: "La fuerza del optimismo" del psiquiatra español Luis Rojas Marcos. Ante tamaña destrucción se necesita algo más, Luis. Se necesita mucha fe...
Es terrible lo que está ocurriendo en Grecia. El desastre ecológico, económico... y con unas elecciones a las puertas... Entiendo el desánimo y tu preocupación por tu hijo.
ResponderEliminarEspero que poco a poco se vaya solucionando todo (se sofoquen todos los focos).
Ánimo y besos.
Se nos ponen a todos los pelos de punta. Esperamos que se acabe lo más pronto posible sin más estragos.
ResponderEliminarMuchas gracias a los dos por vuestro interés!
ResponderEliminarNo hemos podido ir a visitar a nuestro hijo a Corinto, como era nuestra intención.
Aquí hay un cielo con un peculiar color plomizo, huele a papel quemado por todas partes y al despertar he encontrado los balcones llenos de ceniza...
Hola Leonor!
ResponderEliminarSiento mucho lo que está pasando en Grecia, espero que se acabe pronto y que cojan a esos desalmados que se dedican a "quemar la tierra"; ¿no se dan cuenta que están matándose ellos mismos?
Recuerdo un anuncio que decía algo así como que cuando el bosque se quema algo nuestro se quema, y es verdad, se encoge el corazón viendo las llamas arrasándolo todo a su paso. Mucho ánimo.
ResponderEliminarGracias, Jesús! Gracias, Pepita!
ResponderEliminarEsto todavía no ha terminado y es horrible oír por televisión llamadas desesperadas de habitantes de pueblos rodeados por las llamas que no tienen escapatoria...
¿Servirá para que los gobernantes de otros países den prioridad a los problemas del medio ambiente y a los planes de actuación en caso de catástrofes? ¿Se aprende algo de las desgracias ajenas?
¿Qué se puede decir?
ResponderEliminarTus palabras me impactan y me dejan incluso más helada que las imágenes.
Yo también te envío mucho mucho ánimo desde aquí. Espero que se acabe pronto toda esa pesadilla que estáis viviendo.
Un gran abrazo.
Leonor, he estado fuera y la verdad es que he desconectado de la prensa. Hoy a mi regreso, me esperaban los periódicos de días atrás. La noticia de las llamas en Grecia es portada en varios de ellos.
ResponderEliminarDesde la distancia, sólo queda salvar la impotencia con el calor de las palabras.
Queridas Amparo y Lu:
ResponderEliminarMi vida no corre peligro por la situación, ni tampoco sé cómo hubiera reaccionado en ese caso...
Sí que se plantean dilemas éticos, como: ¿Qué hubierais salvado antes, la antigua Olimpia o las vidas de los 62 muertos hasta el momento por los incendios?
Ahí, yo no tengo dudas: La vida de un solo ser humano me parece más preciosa que cualquier otro logro de la Humanidad entera!
¿Estoy equivocada?
Poco más se puede añadir a lo dicho. A mí me hierve la sangre cuando veo todas esas cosas y me da una tristeza tremenda. Es horrible -me quedo corta con la palabra- que haya gente capaz de generar desastres así y a saber con qué intereses. Es tremendo, las hectáreas de bosque quemado, las vidas perdidas y la gente que se queda sin absolutamente nada. ¿Qué va a ser de esa gente ahora? Aquí como todos los veranos hemos tenido también incendios; el de Canarias fue terrorífico y mucho me temo que nadie escarmienta en cabeza ajena. En fin, sólo queda esperar que todo termine cuanto antes y que se aprenda de lo pasado.
ResponderEliminarUn abrazo.
Comparto con todos vosotros la indignación y el dolor, sobre todo por las muertes.
ResponderEliminarEsperemos que acontecimientos como éste, aviven la llama del amor a la VIDA.
Gracias también a vosotros, Maribel y Pablo!
ResponderEliminarLas desastrosas consecuencias son incalculables... Aparte de todo lo que hemos apuntado, ¿os imagináis cuánta gente que vivía de la agricultura y la ganadería va a venirse a las ciudades sin oficio ni beneficio? Creo que vamos a tener que replantearnos en qué ideales basamos nuestra sociedad!